"La música favorece el desarrollo del cerebro, el aprendizaje, la capacidad cognitiva, la imaginación, la creatividad, la memoria, la atención. La mejor manera de despertar la pasión por la música y aprovechar al máximo sus beneficios en nuestros hijos, es iniciarlos en ella a edades tempranas"Muchos son los beneficios de la música para el desarrollo intelectual, artístico, auditivo, sensorial, mecanismos del lenguaje y socialización de los niños, pero además para ellos puede convertirse en un momento de diversión y entretenimiento.
Entre otros beneficios la música favorece la creación de las redes neuronales del cerebro lo que incrementa la capacidad intelectual y de aprendizaje.
A mí me encanta la música (no la clásica precisamente) y desde que mi niño estaba en mi barriga se ha hartado de escucharme cantar (música pop, comercial, actual y no tan actual...) y supongo que entre otras cosas, por eso le encanta la música. Cómo tenga el día cruzado nos podemos pasar casi las 2 horas de viaje en coche para ver a la familia cantando.
No os podéis imaginar los ratos que he pasado cantando a grito pelado con la MTV de fondo y bailando con Alex (si el padre está por ahí también se une, ¡familia de locos!). Por cierto ¡Bailando! de Enrique Iglesias o El calidad solitario, de Loquillo, están entres sus favoritas... Para mí la música es alegría, es contar historias, es mi momento feliz.
Buscando alguna actividad para hacer el fin de semana todos juntos, di con los talleres musicales para niños del Auditorio de Barcelona. Son talleres que van desde 0 a 6 años, en los que se presentan de manera lúdica diferentes piezas de una obra musical, y me pareció una idea genial para pasar la mañana del
domingo y tener una primera toma de contacto con la música no comercial.
El Taller que hicimos, se llama "Tubs i Tubes" y en él nos hicieron experimentar, a padres y a hijos, con los diferentes sonidos (redes con tapes de botella, con canicas, con avellanas...), alternados con momentos de silencio.
Mediante el juego, el baile, la música y las canciones infantiles; presentaron las diferentes piezas de la obra. Jugamos con cascabeles, con instrumentos de madera, huevos con semillas, embudos, mini platillos, hicimos bailar las luces proyectadas en una tela al son de la música (esta parte a Alex le encanto) y terminamos con un masaje de piernas siguiendo el ritmo de la música.
La experiencia fue positiva, aunque tengo que reconocer que mi hijo es un niño muy movido y la música tan tranquilita... (es más de música comercial),le costo estarse quieto y atento, pero pasamos un buen rato de diversión en familia. Teníamos la opción de ir a un concierto en días posteriores pero decidimos esperar a que el niño sea más mayor y se esté más en modo off.
Si vuestro niño es movido como el mío, un taller se puede sobre llevar, dura una hora con lo que no es difícil controlar al niño, aunque quizás no lo disfrutas al 100%. Si el niño es más bien tranquilo o no muy movido, será perfecto.
¿Os animáis?
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